keyboard_arrow_up
keyboard_arrow_down
keyboard_arrow_left
keyboard_arrow_right
0%
Grupo de niñas que están aprendiendo la importancia de jugar por jugar. Las vemos junto a papeles de colores, probándose sombreros y conversando en un ambiente distendido.
31/10/2023

Jugar por jugar

Bernardita Jensen frente al pasillo de las flores dentro de la Fundación Mustakis

Por: Bernardita Jensen, directora del área de Desarrollo Integral de Fundación Mustakis

 

El juego es el trabajo de los niños, pues es la mayor actividad de autoconstrucción. El impulso de jugar libremente es un impulso biológico básico. El exilio del juego libre, creativo y espontáneo es una real tragedia en la escuela, afecta el desarrollo psicológico y atrofia la normal evolución de la mente, esto, según el Dr Peter Gray, profesor e investigador en Boston College.

Sin duda en edades tempranas y como lo refieren las neurociencias de hoy, el niño forma su base de personalidad y estructura del pensamiento, se trata entonces de un período de autoconstructivo, sensible y muy decisivo, donde todo está por hacer, donde hay un mundo de posibilidades y una gran esperanza.

El juego como acción innata es un manantial de oportunidades para un desarrollo sano, primordialmente en los primeros años de la vida.

Jugar es una acción contenida en sí misma, es decir, puro proceso, donde no se busca resultado alguno, donde el tiempo en que sucede es el presente, no se sacan conclusiones ni cuentas, no se compite, no se compara, sólo implica estar en una acción confiada, sin juicio, acción por cierto sorprendente y creativa, que no responde a la pura lógica, y que es más bien, emoción en acción.

Hablamos aquí del juego que no se enfoca en la competencia, el juego puro que observamos en la infancia y niñez. Jugar entonces, es atender el presente, no tiene nada que ver con el futuro, no es una preparación para nada que siga, en palabras de la doctora Verder-Zoller (1994), esto ocurre muy nítidamente en la relación materno infantil, que se funda en la aceptación y confianza radical.

Acá el juego es el lenguaje del vínculo y la expresión del amor. Y cuando esto falla, pueden presentarse problemas en el desarrollo infantil a los que antes nos referíamos. Por tanto, el acto de estar presente se expresa de manera muy central en el juego donde el niño se ve visto, amado y contenido provocando así un sano desarrollo.

En el juego no se instrumentaliza la relación, sólo se es con el otro. Tal vez no hay tanta diferencia entre el niño, niña que juega absorto y entre el que contempla un maravilloso amanecer. Significa para ambos, perder la noción de tiempo, ser uno con la experiencia, en un estado de flujo mental.

Es tal vez por esto, que Ken Robinson quien fuera profesor emérito de la Universidad de Warwich, referente en creatividad e innovación educativa, plantea que, como punto de partida, a la hora de pensar en escuelas creativas, es que deberíamos visitar un jardín infantil, para luego adaptar según las diversas edades, el fenómeno que aquí y de manera natural y espontánea sucede: Jugar.

Es por esto, que me atrevo a afirmar, que el tiempo de la niñez, es el tiempo presente, con sus propias leyes, es aquí donde nos encontramos con la infancia y el dicho: “ser como niños”, tal vez tenga estrecha relación con esto. Jugar y estar aquí, para mí y para el otro.

Prestar atención es un acto mental y a la vez, un acto amoroso y profundo. Y esto es lo que observamos en la infancia cuando no intervenimos desde una mirada adulta por lo general centrada en la utilidad de cualquier acto, cuando no ponemos el resultado antes que el proceso y cuando generamos un ambiente propicio para jugar, que es a la vez, crear y explorar, desde lo innato y espontáneo. La niñez es pura espontaneidad.

Algunos datos importantes

En momentos en que la salud mental es un desafío planetario, donde las cifras actuales generan angustia y un desafío radical y donde sabemos que el 50% de los problemas de salud mental en adultos, comienza antes de los 14 años, y que el 75%, antes de los 18, según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Volver a lo natural y esencial, volver a prestar atención, como capacidad humana basal, de la mano del jugar y crear podrían incluso ser una gran herramienta sanadora. Al momento de reformas educativas, preguntémonos entonces: 

¿Cuánto jugarán y crearán en estos espacios la infancia y niñez? Lo demás será la añadidura. Urge entonces, poner primero, lo primero.