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06/12/2021

Creando guardianes de la biodiversidad a través del mundo de las abejas y los polinizadores

¿Recuerdas cuándo fue la última vez que hablaste sobre el rol de las abejas y los polinizadores en tu escuela? Probablemente, la respuesta es “poco y nada”. En efecto, comenta el apicultor José Antonio Guerra, esta es una materia en la que no se profundiza en los establecimientos educacionales. Las consecuencias de esto van más allá de la extinción de las abejas; su desconocimiento impacta directamente en todo el entorno natural.

He ahí la genialidad del mundo de la colmena. Pequeños seres que muchas veces no vemos, pero que son decisivos para el futuro de los humanos. Y ellas, en su trabajo conjunto, tienen presente la necesidad de cuidar de sí mismas- de manera individual y colectiva- y de lo que las rodea. Un primer aprendizaje que podemos imitar. Esta es, entonces, la propuesta del proyecto “Conciencia ambiental para el cuidado de las abejas y polinizadores en centros educativos a nivel nacional”.

Conoce, aprende, protege: repite

 

Para revertir el panorama actual respecto a este tema, el creador de este proyecto propone capacitar a niñas, niños y jóvenes sobre la importancia de los polinizadores en nuestra biodiversidad. De esta manera, el concepto de aprender y proteger se extenderá a todos los seres vivos de nuestro entorno natural.

A través de la capacitación directa de los participantes, estudiantes de las regiones de Arica y Parinacota, Antofagasta, Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, Biobío y La Araucanía, se espera que se produzca un cambio en la dinámica típica humanos-ecosistema. Para ello, plantean una primera instancia online y, en la medida que la situación sanitaria lo permita, salidas a terreno a apiarios de la zona con toda la indumentaria necesaria.

La idea es romper el ciclo de la ignorancia sobre esta área, para empezar uno nuevo: el del cuidado del medio ambiente. El primer paso es la observación y comprensión del mundo de las abejas, el segundo es replicar todo lo aprendido en el resto de las especies, ¿por qué? Porque si bien es un proyecto basado en las abejas, se pretende que la forma de interactuar con éstas lleve a tomar conciencia de la naturaleza en sí misma.

De la colmena al desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes

 

En una colmena hay roles, trabajos que cumplir y obstáculos a enfrentar. Lo mismo ocurre en nuestra sociedad. Es por esto que poner a los niños, niñas y jóvenes como protagonistas de la historia es fundamental. Uno de los ejes principales del proyecto, dice Guerra, es la identificación de líderes y lideresas, personas capaces de provocar cambios reales en sus respectivas comunidades.

¿Pero cómo irrumpir en la costumbre cultural del desinterés? La curiosidad, en este sentido, es clave y es aquí donde las abejas cumplen un rol crucial. El objetivo es inducir a los alumnos en el fascinante mundo de estos insectos y el papel determinante que juegan para el futuro de los seres vivos. Con esto, se aspira a que los estudiantes conozcan los ciclos de la naturaleza en general y la importancia del equilibrio en ella, al mismo tiempo que se potencia la capacidad de asombro con los momentos que nos entrega.

“Soñamos con acercar a las nuevas generaciones al cuidado del pilar de la alimentación mundial, nuestras queridas abejas y polinizadores naturales”,

José Antonio Guerra, responsable del proyecto.

En la medida que se avanza en el entendimiento del entorno natural, niños, niñas y jóvenes podrán reconocerse como parte de éste también, no como agentes externos que se limitan a observar y tomar nota. La apuesta, comenta su responsable, es la de generar un nuevo vínculo con el medioambiente a partir del autoconocimiento y de descubrir la experiencia del mundo interior proyectado, a su vez, hacia el exterior.

Ya dentro del mundo de las abejas, los asistentes aplican no solo lo cognitivo, sino que también lo corporal. En los apiarios se exige un cambio en el ánimo y comportamiento típico que impulsa la velocidad de nuestra sociedad. Pasos lentos, voz baja y una respiración calmada son los tres tips para no romper con el equilibrio que se da en las colmenas. Un aprendizaje que, idealmente, puede repetirse también cuando los estudiantes vuelven a sus escuelas, barrios y familias. Es un momento de reflexión y de regocijo ante aquello que antes se ignoraba.

La dinámica planteada anteriormente debe ser de acuerdo mutuo entre todos los que participan. Una suerte de red colaborativa en pro de sostener aquello que, al ojo humano, parece tan frágil. Esta “cooperativa” es, asimismo, un reflejo de la colmena, agrega Guerra, en donde cada grupo representa una colmena distinta. Todos y cada uno de los alumnos, en la celebración de sus propias diferencias, se unen para formar una comunidad que promueva la conciencia con el entorno, con las abejas y los polinizadores. Todos juntos, como actores de cambio profundo.