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04/06/2021

La danza como método de exploración socioemocional para jóvenes con discapacidad motora

“La danza es el lenguaje oculto del alma”, decía la famosa bailarina y coreógrafa estadounidense Martha Graham cuando la entrevistaban después de cada función. En efecto, quien la ejecuta experimenta un proceso de autoconocimiento, en donde el movimiento ilumina la conciencia respecto del cuerpo propio y el de los otros.

“Adolescencia inclusiva” es uno de los 21 proyectos ganadores de los Fondos Concursables Mustakis 2021. Ganador dentro de la categoría “Incubación”, es decir, de aquella iniciativas que aún no se llevan a cabo y que, gracias a este fondo, podrán ser ejecutados, este proyecto apuesta por un laboratorio de exploración por medio del lenguaje de la danza y el movimiento corporal. De este modo, 21 adolescentes con dificultades motoras- entre 10 y 17 años- desarrollarán plena consciencia de sí mismos, fortaleciendo la curiosidad por el cuerpo y, con ello, su integración en el tejido social.

¿Por qué este grupo objetivo?

 

La adolescencia puede ser, muchas veces, compleja, sobre todo si se presentan dificultades en el libre movimiento de cada una de las extremidades. En ese marco, afirma Francisco Medina, su creador, se presenta la oportunidad del desarrollo de la autonomía de estos jóvenes gracias a la danza, pues los invita a “vivir un proceso de investigación con una mirada instalada específicamente en el cuerpo, en su propia movilidad y en la práctica creativa de la exploración”.

“Soñamos con un país sin barreras sociales, donde todes podamos ser y sentirnos libres”

Francisco Medina.

El camino al autoconocimiento

 

En esta ruta hacia el autoconocimiento, se plantean cuatro etapas de trabajo: cuerpo propio, cuerpo-espacio, cuerpo propio-otros cuerpos y cuerpos video-danza. Estas se aplican en actividades guiadas, en donde se identifica y reflexiona sobre las capacidades particulares del movimiento, para que los jóvenes consideren sus propios límites, sus lugares cómodos, pero también aquellos que no lo son. Asimismo, supone una instancia que permite una visión precisa de sus discapacidades motoras propias, así como también las de otros, ya que no están solos.

Si bien la iniciativa reconoce el trabajo individual, “Adolescencia inclusiva” apunta a la colaboración y la empatía, la que se explota en la creación de tres grupos de siete participantes, divididos según sus edades. Gracias a esta dinámica grupal, “Adolescencia inclusiva” busca que los adolescentes identifiquen lenguajes comunes para dar vida a una comunidad basada en el resto y la afectividad, donde se sientan cómodos y permeables a la investigación del lenguaje corporal, promoviendo la escucha sincera y amorosa entre los jóvenes mismos y el equipo que los orienta.

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