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09/06/2021

“Sueño con una educación donde la gran tarea del día sea descubrir y descubrirse”

Licenciada en educación, miembro de la American Montessori Society y guía en educación Montessori, con más de 30 años de experiencia en proyectos educativos holísticos, Bernardita Jensen, hoy Directora del área de Desarrollo Integral de Fundación Mustakis, enfrenta el desafío de instalar una mirada más holística en la institución, velando por la entrega de experiencias integradoras y significativas que toquen el corazón, el cuerpo, la mente y el alma de niños, niñas y jóvenes.

Para quien fuera docente, directora y rectora de diversas instituciones educativas en Chile, sus estudios de psicoterapia y meditación, y el descubrimiento de un enfoque budista de la psicología, le hicieron profundo sentido y, hasta el día de hoy, continúan haciéndolo, llevándola a permanecer en esa línea de estudio e investigación.

Según Bernardita, el enfoque del desarrollo integral viene a romper con antiguos paradigmas, herencia de la revolución industrial, en la que lo humano y su desarrollo pasó a ser una réplica de un modelo de fábrica, donde lo primero y más importante es la eficiencia y la medición de resultados: “Lo que no se podía medir, no existía. Esto lo arrastramos hasta el día de hoy”, comenta.

¿De dónde nace tu interés por la educación emocional y el desarrollo integral?

 

Nace hace muchos años atrás, como estudiante de pedagogía. Veía por todos lados niños y niñas sentados en bancos, donde se castigaba el movimiento, donde no se permitía la verdadera creatividad y donde no se educaba el carácter y la libertad. Todo eso dolía y profundamente. Entonces, un poco como autodidacta, me encontré con la filosofìa Montessori y con educadores de fines del siglo XIX que me hicieron sentido profundo por lo anticipado de sus saberes, y porque ponían al centro del proceso educativo al niño y la niña y a su bienestar emocional y espiritual.

¿Por qué la educación emocional es tan importante?

 

Porque somos primeramente emoción, porque la emoción es el impulso a estar de un modo particular en el mundo que habitamos. Somos seres sintientes, sensibles; somos seres en el lenguaje, y el lenguaje se funda en la emoción. Somos seres amorosos y el amor es esa energía profunda que nos hace aceptarnos y aceptar a otros en toda su legitimidad y autenticidad, y si la educaciòn no entiende esto y no lo hace experiencia, daña profundamente.

¿Crees que la educación chilena está al debe en relación a la educación emocional de niños, niñas y jóvenes?

 

Absolutamente. Recién ahora estamos empezando a poner el mundo emocional en el lugar correcto, sin embargo aún lo hacemos en programas separados de lo holístico. En este proceso que se aproxima, el sentir y el pensar deben estar en un balance pro desarrollo humano. El mundo de la mente nos hace conocer, entender y nos entrega información. Así también, el mundo emocional nos entrega información valiosísima sobre quiénes somos y el por qué de nuestro actuar en la realidad. Son desarrollos sagrados que nos permiten luego encontrarnos con otros en el mundo de las relaciones, relaciones que deben ser respetuosas y dialogantes, constructoras de un espacio social constructivo, donde la interdependencia, la paz y la resolución de conflictos son de los mas centrales aprendizajes.

Si la educación emocional es tan importante, ¿por qué esta no se integra al currículum escolar?

 

Porque implica un adulto al que se tiene que preparar de manera distinta para abordar procesos de desarrollo y aprendizajes; nadie da lo que no tiene, no se puede educar en la emoción si el adulto no ha sido en esto un aprendiz y caminante consciente. No se trata de solo aprender el último programa de moda sobre desarrollo emocional. Se trata de transformarse para transformar o, al menos, estar en camino. Significa entonces un cambio más profundo, muy sistémico, donde debe existir una mirada de qué se enseña, para qué se enseña y quién enseña. O dicho de otra forma, qué se aprende, para qué se aprende y quién facilita el proceso.

¿Los adultos están preparados para asumir un rol activo en la tarea de educar en lo emocional?

 

Los adultos estamos desafiados. El mundo del adulto es distinto al mundo de la niñez. Son ritmos diferentes. El adulto tiene que construir el mundo, el niño y la niña, tienen que construirse a sí mismos. Los adultos debemos comprender profundamente al niño, niña y joven. En un mundo de stress, de apuros, donde priman los resultados y el tener por sobre el ser, deja en muy mala posición a quienes están en etapas tan vulnerables de desarrollo. El adulto que cuida y educa debe hacerse más consciente si quiere ser realmente un facilitador y promotor de desarrollos sanos y profundos.

“Hay que observar más a los niños, preguntarles más, entenderlos más y cuidarlos frente a una sociedad basada en la inmediatez”.

¿Cuál es la educación que sueñas?

 

Una educación que posibilite a todo niño o niña, sin diferencias, a desarrollar sus particulares potencialidades dentro de la diversidad y dignidad de cada uno de ellos y ellas. Una educación que apunte al bienestar, al descubrimiento de cada uno; una educación que nos posibilite desarrollar un pensamiento profundo, un corazón sensible y una profundidad en el desarrollo espiritual; una educación centrada en preparar un ambiente propicio para el desarrollo de la infancia, la niñez y adolescencia. Sueño con una educación que sea el centro de la reflexión y acción comprometida de un país. Un proceso creativo que cree en la infancia y niñez, donde el juego, el descubrimiento y la alegría sean los ingredientes cotidianos. Donde nadie se quede atrás, donde se respeten ritmos distintos y donde la gran tarea del día sea descubrir y descubrirse.